miércoles, marzo 16, 2005

NO LE ENCUENTRO NI PIES NI CABEZA

Esto es de hace tres días.


No recordaba que ya me había sentido así, ¡Muerta! No, muerta no, más bien sin vida. Hoy fue un buen día pero no hubo Sol, no hubo llanto y no tuve calor. No tuve risas, ni comida ni tampoco alegría. Ya esto así… ¿Cómo le llaman? ¡Vida! Ya esto así no es vida. Reniego de mi presente y no sé por que mi pasado fue este. Yo sigo igual, igual que siempre: llorosa, quebrada, plastificada y gris, sin olvidar que me han partido el alma y mi corazón esta roto otra vez. Temo que ya no sirva, como cuando tiré varias veces el mismo reloj, a la cuarta o a la quinta vez ya no sirvió. No quiero que le pase eso a mi corazón. Parece inevitable que estas piecesitas que he recogido ya en tantas ocasiones del suelo no se me haya perdido una de las pequeñas. De mi alma no puedo decir nada, no sé que decir de ella. Ya no hay lágrimas en mis ojos. Ya no tengo más de ellas para llorarlas, aunque motivos parecen sobrarme. Yo ya no puedo más. Estoy cansada y el único descanso que yo en estos días he experimentado es en sus brazos y sobre su pecho que esta igual de dolido y herido que el mío. Se fue otra vez, como siempre. Se fue y cada vez que se va a mi más me duele. No me dejo de preguntar sí esto es amar. Esta parte de las repetitivas historias de mi vida yo no la conocía, la parte en la que se quebranta mi corazón. Me pasan por el fuego. ¿Me castigas DIOS por algo? ¿Es la cosecha de años de frivolidad y egoísmo que yo fui sembrando? ¡Recuerdo muy bien el día en la que yo cerré esa milpa! Ahora me encuentro en una pradera no veo nada, no siento nada, no huelo nada. Empiezo a sospechar que en definitiva no hay nada. No hay más que dolor, solo cansancio, solo despojos de un alma vieja y casi carroñera. Ya no estoy pasando por el fuego, parece que ya me quede a vivír en él.



Ya no le encuentro ni pies ni cabeza a esto. Es este el desague de mi cerebro, solo cumple con su función.