NOCHE DE VERANO

Quisiera sacar todos los hielos de la nevera y meterlos en mi cama.

Huele a ser humano incinerado,
huele a cansancio,
huele a sol a medio día,
huele a playa sin mar.

Huele a calor.

Las ventanas están abiertas y aún así no se sale el fuego que consume mi estabilidad emocional.

Ya no tengo sueño.
Tengo ganas de que el sol no salga por tres días.

“¡Hety, Brisa!, pasale a mi recamara por favor”
…bueno, parece que no me escuchó.
Se fue de largo,
quizás esta más bonita la ventana de mis vecinos.

Noche de verano, yo y mis tres trapos encima.
¡Rayos!
El calor en verdad me quita las ganas de dormir,
mi cabeza parece que va a estallar.

El insomnio ve las luces encendida,
hoy jueves es si me visita.
Pasa y se sienta en mi pequeño sofá,
muy cerca de la mesa donde esta la lámpara para leer.

Él me empieza a platicar de lo cansado que será mi mañana,
de lo difícil que fue este día,
de lo injusta que fue la vida conmigo ayer.

Todo para recalcar la impetuosa necesidad que tengo de dormir hoy,
de dormir para siempre…